Blas y el miedo a equivocarse

Blas era un niño de 8 años de los que describirías como tímido y callado. Cuando iba a empezar a darle clases de inglés, usaron exactamente esas palabras y me dijeron que fuera con cuidado con él porque la profesora anterior no había conseguido que hablara y, de vez en cuando, Blas salía llorando de clase.

Cuando entré para dar la primera clase, empecé a observarle y me identifiqué fácilmente con él; cuando yo era estudiante tampoco participaba en clase por miedo a equivocarme. Fue entonces cuando me propuse crear de mi clase un espacio seguro en el que ningún niño/a tuviera miedo a cometer errores.

Blas, después de unas semanas, parecía otro niño. Ya no solo no necesitaba mi aprobación en cada pequeña tarea que realizaba y contestaba cuando se le preguntaba sino que levantaba la mano para participar en clase constantemente. Blas era un niño que tenía un buen nivel de inglés y que aportaba mucho en clase, aunque, desafortunadamente, durante mucho tiempo no lo había hecho por temor a equivocarse.

En un sistema educativo en el cual se señalan constantemente los errores y se compara continuamente con los demás fomentando la competitividad, no nos debe sorprender que haya muchos niños como Blas.

Entonces, ¿cómo podemos crear de nuestras clases espacios seguros y reducir el miedo a cometer errores?

  • Refuerza de manera positiva el esfuerzo y el intento, más que el resultado.
  • En clase, sobretodo al principio, permite que realicen las tareas en parejas ya que el hecho de realizarla con alguien da más seguridad a la hora de compartir la solución con el resto de compañeros.
  • Crea grupos pequeños de discusión y debate ya que le será más fácil participar con 2 o 3 compañeros que delante de toda la clase. Esto hará que vaya ganando confianza.
  • Transmite de forma explícita que equivocarse forma parte del proceso de aprender y que todos nos equivocamos (¡es imposible ser perfecto y no equivocarse nunca!).
  • Usa tu ejemplo: como profesores también nos equivocamos y es muy útil utilizar esos momentos para ejemplificar cómo debemos comportarnos cuando nos equivocamos.
  • Marca objetivos adecuados y alcanzables: de nada nos va a servir realizar todos los pasos anteriores si Blas SIEMPRE comete errores y se equivoca porque aquello que le pedimos que haga no es alcanzable. Aunque equivocarse forma parte del proceso de aprendizaje, es necesario que los niños se sientan capaces de realizar las tareas y que puedan conseguir hacerlas para cultivar una buena autoestima.

En tu clase, no dejes que Blas pase desapercibido; recuerda, tiene mucho que aportar.

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